Una entrada sencilla con un escritorio, un par de sillas cómodas donde poder sentarse a hablar con el acupuntor en la primera visita, un perchero unos sobres, caramelos y un buzón donde dejar nuestras aportaciones a la salida, al otro lado de la puerta la sala común donde se realizan las sesiones.
Al entrar en la sala, somos recibidos por el calor y el ambiente de relajación y descanso, colocamos nuestras cosas y nos descalzamos mientras el acupuntor se prepara , nos sentamos y sentimos como nos ayudan a reclinar nuestro sillón. Las agujas no duelen pero siempre está uno un poco nervioso, el acupuntor nos pone las agujas mientras comentamos como van las cosas desde nuestra última visita, al terminar cerramos los ojos, dándole al cuerpo la información de ir a dormir y descansamos en la sensación que nos provocan las agujas, empezando siempre por aquellas donde sentimos esa vibración y una ligera tensión en torno a la aguja, nos dejamos llevar hasta ese espacio antes y después del sueño, vienen muchos pensamientos y los dejamos pasar.
Al terminar la sesión salimos de la sala donde otras personas están descansando, nos abrigamos y dejamos nuestra aportación en sobre, podemos elegir en una escala entre 12 y 25 euros, el primer día es una situación extraña, nunca antes lo habíamos hecho, pero tiene su sentido, las personas que necesiten venir con continuidad pueden permitírselo, las personas que tengan problemas económicos pueden venir. Elegir el precio es una forma de construir este proyecto entre todos si aportamos más permitimos que otros puedan aportar menos y pueda venir más gente. Entre todos hacemos que el proyecto sea viable, el acupuntor pueda pagar el alquiler y los impuestos, ganar un sueldo digno, no más que cualquier camarero, peluquero, albañil, no más que cualquiera de nosotros. Colectivamente y sin darnos cuenta estaremos construyendo algo juntos.
Por eso voy a hacer una aportación en esta campaña de Goteo, se que ya casi es imposible que solo quedan 10 días y no lo podrán conseguir, pero cuando hablamos de nosotros, ningún gesto es inútil.
Viva la calma