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LEONARDO DA VINCI
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La punta del iceberg
09 | 05 | 2014
Me encuentro tumbado en la cama. Mi cuerpo se siente aparentemente relajado. Descansa. Sin embargo, mis ojos delatan una actividad interior frenética: repaso, enumero, ordeno, repaso, ordeno, enumero,… me tenso, me suelto, me sitúo… me visualizo… me siento… Falta solamente un día para que lo que ha sido tan deseado, tan buscado y tan trabajado suceda. In Perpetuum Mobile se materializará ante todos vosotros ¿Por qué se siente tanto vértigo cuando está a punto de suceder algo por lo que te has esforzado tanto?
De repente mi mente aparta de un plumazo tanta vertiginosidad de pensamiento y se congela en una imagen: la de un guerrero sentado, justo antes de la batalla encima de un iceberg que defenderá, incluso dando la vida por él. ¿Qué le está pasando a mi cabeza? ¿Me he vuelto loco?
Cuando vuelve la cordura me vuelvo a situar y sonrío. Qué bueno es dejar al cuerpo que se sienta a sí mismo. Ya sé lo que mi cuerpo me quiere contar con esa imagen.
¡Cuerpo! ¡Cuéntame tus secretos y hazme preguntas! Perfecto, juguemos con el tiempo y volvamos al inicio de todo.
Recorramos todo el camino hacia atrás. Allá cuando sonreíamos con la primera idea de Perpetuum. Allá cuando empezamos a ahondar en la figura de Leonardo da Vinci. Cuando quisimos ver más allá de su genialidad. Cuando quisimos contemplar al hombre y sus miedos. Cuando empezamos a perfilar la experiencia sensorial basada en metodología científica. ¿Dónde está la ciencia? Preguntan unos. No se ve, pero existe, contestan otros. Transformando números y figuras en emociones. Difícil aventura…
Allá cuando bajo pautas científicas el músico, el cocinero y el pintor empezaron a dialogar. Cuando se encontraron en un espacio común y desde allí construyeron una historia, la historia que les contamos. Cuando nos impregnamos de todos los personajes del acto teatral y los hicimos nuestros, con sus anhelos, alegrías y miserias. Cuando a través de todo este proceso nos sucedieron cosas a nosotros mismos y fuimos creciendo y sintiendo.
Todo esto no se ve, pienso. Todo esto está por debajo de la superficie de un océano. Sólo se ve la punta del iceberg. Eso sí, si el iceberg se erige majestuoso es por lo oculto, porque aunque esa parte no se vea, se palpa, se siente.
Es curioso, uno de los objetivos de Perpetuum es que ustedes sientan el tiempo, que se olviden de nosotros, que nos utilicen para vehiculizar sus emociones y que así puedan sentir y sentirse y dialogar directamente con ustedes mismos, con sus tempos vitales, con las cosas que ya nunca volverán, con las cosas que van a llegar… con el tiempo. Es curioso, hoy lo he hecho conmigo mismo. Pensando en el aquí y ahora, en Perpetuum, me he retrotraído al pasado y me he deleitado en el mañana…
Y precisamente mañana será el día del estreno, compañeros de viaje. Sí, el día del estreno, donde sesenta personas sentirán el tiempo de forma conjunta y a la vez íntima para cada uno de ellos, donde sesenta corazones latirán al unísono y se convertirán en andantes de la vida. Espero con toda mi alma que así sea.
Va por ustedes.
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