La Caracola

Proponemos un espacio de aprendizaje y relación, para niños y niñas de 18 meses a 6 años. Un centro de encuentro y juego que nos ayude; a ser, a estar y a aprender. Un lugar en el que ampliar los conocimientos de niños y adultos bajo un reloj sin prisas, una casa con habitaciones llenas de magia y un espacio natural con aire, tierra y agua. Una casa organizada para el descubrimiento, la experimentación y la corporización de lo aprendido. Un ambiente preparado para que el aprendizaje sea voluntario, motivador, autorregulado, creativo.

Un recurso para los padres y madres que desean explorar nuevas formas de relación con la infancia. Para acompañar y apoyar las crianzas de familias que se sienten solas o contracorriente por su modo de ver la lactancia, el apego, el sueño infantil, la alimentación. Una mesa camilla alrededor de la cual charlar y desahogarse con la confianza de que no seremos juzgados o comprometidos por nuestros sentimientos y opiniones.

Un rincón familiar para continuar ofreciendo a nuestros hijos la confianza, respeto y libertad que se necesitan para madurar y ser felices. Un lugar en el que dejarles expresar sus emociones, aprender de ellas, entrenar la resolución de conflictos sin sentir que sólo existen dos opciones; ser “los malos” o “los buenos”. Un tiempo de juego, disfrute y contemplación para sentirse niños. Un espacio para correr y dejar que su cuerpo baile, salte, se moje y se ensucie sin culpa ni presión.

Si cambiamos el concepto de la escuela y la ponemos al servicio de la naturaleza de los niños y niñas, ocurre que todo tiene mayor sentido; encontramos una realidad más lógica y se reaviva la esperanza de las familias que actualmente estamos preocupadas y disconformes por el futuro escolar de nuestros hijos. Si nos ponemos manos a la obra, sabremos que realmente hicimos todo lo posible para facilitar el encuentro con su proceso de aprendizaje y su propio yo.

De esta manera, podremos multiplicar experiencias que ya se están llevando a cabo en nuestra sociedad, encontrarnos con más familias que caminan en nuestra misma dirección y podremos mirar a los ojos de nuestros hijos y darles la confianza que necesitan para insertarse en este mundo que entre todos construimos.

Si transformamos nuestro modo de relación con los niños y niñas, estos crecerán más equilibrados, más seguros y más ubicados, construirán relaciones más justas, afectivas y sostenibles y tendrán una oportunidad más real de cambiar las estructuras que nos hacen sufrir, enfermar y sentirnos perdidos, fracasados, ignorantes.

La esencia del proyecto es generar espacios de convivencia donde se priorizan las relaciones personales, el juego libre, las emociones y el intercambio y donde el grupo es el protagonista y el motor. También se contemplan los encuentros como una oportunidad para profundizar en conocimientos, habilidades y actitudes, un tiempo dedicado a construir la personalidad a través de la comunicación y del juego. Pretendemos que los pulsos del día sean flexibles permitiendo relativizar las rutinas y acoplando nuestros ritmos; para dejar fuera de este marco las prisas, las tensiones y las expectativas que presionan a nuestros niños. Queremos crear nuevas realidades para los hijos de nuestro clan, para que maduren en la participación, la construcción y el cambio.

El juego es la actividad esencial de la infancia, es una actividad espontánea y su satisfacción resulta imprescindible para el crecimiento intelectual, social y afectivo. Mediante esta iniciativa, pretendemos ofrecer a niños y niñas de nuestra comunidad un espacio y un tiempo para este juego, un ambiente educativo que proporcione una red de intercambios capaz de estimular un aprendizaje autónomo, fruto del encuentro personal con el mundo real y con su propia motivación.

La esencia del proyecto es generar espacios de convivencia donde se priorizan las relaciones personales, el juego libre, las emociones y el intercambio y donde el grupo es el protagonista y el motor. También se contemplan los encuentros como una oportunidad para profundizar en conocimientos, habilidades y actitudes, un tiempo dedicado a construir la personalidad a través de la comunicación y del juego. Pretendemos que los pulsos del día sean flexibles permitiendo relativizar las rutinas y acoplando nuestros ritmos; para dejar fuera de este marco las prisas, las tensiones y las expectativas que presionan a nuestros niños. Queremos crear nuevas realidades para los hijos de nuestro clan, para que maduren en la participación, la construcción y el cambio.

La finalidad de la campaña es adaptar el espacio para conseguir licencia de actividad; "legalizar" el proyecto para poder ser más visibles y más accesibles.

Los objetivos del proyecto son:

• Crear un ambiente preparado para el juego libre del niño.
• Respetar la evolución del tiempo natural del niño.
• Facilitar el crecimiento armonioso y saludable del niño/a, admitiendo sus ritmos individuales de desarrollo.
• Favorecer la autonomía del niño/a en un espacio natural, al aire libre.
• Propiciar a las familias un espacio de intercambio, aprendizaje y acompañamiento en el proceso de crianza.
• Realizar encuentros, coloquios y formaciones sobre temas específicos de la infancia, la crianza, el juego…
• Fomentar y participar en las redes profesionales de educación alternativa.
• Difundir y desplegar otra mirada hacia la educación, la infancia...

Desde Septiembre de 2012 nos hemos conformado como equipo educativo. En nuestro rol de adulto acompañante descubrimos cada día nuevos caminos de la educación, dificultades y retos, aprendizajes y lenguajes que nos ayudan a reflexionar y transformar lo que "se nos enseñó" en universidades, trabajos, y "lo que aprendimos" como niños.

Nuestra trayectoria profesional nos ha unido tras años de dedicación a la infancia, la educación, la pedagogía y el interés por la crianza respetuosa desde el embarazo hasta la emancipación de los/as hijos/as.

Tras una larga búsqueda personal de nuevos espacios para la relación familiar, conocimos La Violeta; espacio para el juego y la comunicación. Un lugar inspirador que nos hizo ver la necesidad de crear más centros respetuosos, también en el Sur de Madrid.

Nuestras energías se unieron para trabajar en una misma dirección; La Caracola Ambiente Educativo nació como Asociación y como Proyecto Educativo. Una casita de campo nos encontró en este proceso y pudimos adaptarla por dentro; habitaciones de juego diferenciadas y por fuera; arenero, compostera, frutales, espacios para correr, trepar, observar los ciclos de la naturaleza y alimentarnos de ella. Toda una casa para adquirir habilidades y conceptos de la vida práctica, a través del movimiento en libertad, los límites bien adquiridos y la diversión. En palabras de Javier Abad; "una escuela donde vivir, no que prepare para la vida".